Gerard tiene una promesa pendiente: enviar a su madre imágenes de Cuba para ver si, a pesar de la enfermedad de su padre, ellos podrían visitarle. Vagando por la isla que su padre evocaba constantemente en canciones, se pregunta qué razones le han llevado a alejarse hasta la otra orilla del atlántico. Al grabar trata de invocar a su padre a través de las heridas de la propia ciudad, pero las imágenes que la cámara le devuelve le recuerdan que quizás ahora es ya demasiado tarde.